Enfrentarse a uno mismo



El Taichí es la dinámica que te enfrenta contigo mismo: con tus tensiones, con tu falta de coordinación, con la ausencia de equilibrio. En el espejo, aparece la imagen exacta de los movimientos y la disposición de la estructura corporal, para realizar los ajustes necesarios que permitan mejorar la postura, y aumentar así la fluidez en el manejo del cuerpo.

Pero esta imagen de uno mismo no siempre es agradable de observar. Un registro vital de contracturas, encogimientos y encorvamientos aparece frente a uno, con la crueldad que supone verlo de forma objetiva, sin que nadie interprete esa apariencia. Por eso el espejo puede ser tan incómodo, hasta el punto de ser evitado por muchos.

Sin embargo, en esta visión sin interferencias de la propia actitud corporal, reside la base del cambio que queramos realizar: ese hombro encogido que se eleva innecesariamente, ese arco lumbar incrementado que bloquea las vértebras, o esa tendencia de las rodillas a ir hacia dentro, perdiendo su alineación con el pie.

Mirarse en el espejo no es vanidad ni ego. No es una acto para ensalzar nuestra elegancia o nuestra apariencia física. Tan sólo una manera sencilla y directa de poder corregir nuestra postura a medida que nos vamos moviendo...

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