la verdadera enseñanza

Lo que un maestro, profesor o instructor le enseña a cada uno, especialmente en una disciplina tan amplia y a menudo ambigua como es el Taichí, no debe ser tomado literalmente, ni integrado de forma incuestionable. La verdadera enseñanza es aquella que le da al alumno, tan sólo, la materia prima para éste que elabore sus propias ideas y su propia comprensión de lo que está practicando.

Por eso, como instructores de Taichí, hemos de ser muy precisos y claros en lo que transmitimos, y ser conscientes de que "eso" que impartimos no son verdades absolutas, sino sólo la interpretación que nosotros hemos hecho, y que puede diferir considerablemente de la que antes hicieron nuestros maestros, y de la que, sin duda, harán nuestros alumnos.

Cuanto más clara y coherente sea nuestra transmisión, mejor "materia prima" estaremos dando a nuestros alumnos para que elaboren su propia doctrina. Cuanto más ambigua sea esta, más dudas sembraremos en su conciencia, y más les haremos divagar en sus reflexiones y aprendizaje. Por tanto, nuestro objetivo no es que asimilen lo que les decimos de forma directa, sino que les demos el contenido preciso a partir del cual puedan desarrollar su pensamiento, su comprensión del arte que les mostramos y, en definitiva su visión particular del mismo.

En este sentido, el Taichí no difiere de muchas otras disciplinas que buscan el desarrollo de propio Ser y que, precisamente por ello, la enseñanza a adquirir por el alumno ha de ser propia, expresada con sus propias palabras y aplicada a su propia Vida.


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