El empuje vertical es un concepto clave en toda gimnasia
postural, y que está presente en muchas disciplinas orientales y occidentales
como la meditación, las artes marciales, el método Alexander o, incluso, la
hípica. En todas ellas, la postura del cuerpo simula estar siendo traccionada
hacia arriba, como si a uno le tiraran de la cabeza en sentido ascendente y vertical.
En Taichí se conoce como “suspender la coronilla”, y es un elemento
clave en el trabajo corporal que aporta una gran liberación a la posible
tensión de las vértebras cervicales. Sin embargo, es fácil caer en posturas encorvadas, como si nos hubieran puesto una pesada
capucha sobre la cabeza, o como si llevaramos a alguien subido sobre nuestros hombros
(¿será realmente así?, ¿habrá un ser invisible encima nuestro?)
Como suelo repetir muchas veces en mis clases, “suspender la
coronilla” no es algo que requiera en esfuerzo excesivo, de hecho tan sólo es
un pequeño gesto mediante el cual el mentón se lleva ligeramente hacia dentro,
pero manteniendo la mirada al frente. Este sencillo gesto se pierde en cuanto
uno deja de poner su conciencia en él, puesto que los hábitos que nos exigen
muchas actividades pasan por están encorvados: al leer, al comer, al manejar el
teléfono,,, o incluso en este momento, al mirar la pantalla del pc.
Hoy en día parecemos vivir en una sociedad subyugada.
Simulamos ser tortugas que van acumulando peso en su caparazón curvo y denso,
mientras caminamos sin prestar atención a lo que tenemos delante. Mientras,
poco a poco, el cuello se va encogiendo y las cervicales van sufriendo esa
compresión mortificante.
Según la tradición más esotérica del Taichí, “suspender la
coronilla” es algo más que un trabajo de corrección postural. Es lo que
posibilita que la energía alcance la coronilla, ascendiendo por la columna
vertebral a través del meridiano del Vaso Gobernador (dumai). Cuando la energía
(intención, flujo o sensación) alcanza este punto, la conciencia puede abrirse
a otro tipo de trabajos más relacionados con el desarrollo mental y espiritual
del ser.
Pero eso, claro está, siempre y cuando queramos acceder a tales
trabajos, sino podemos seguir encorvados tecleando con igual energía la pantalla
de nuestros Smartphones.
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