reflexiones sobre el encuentro de tui-shou

El encuentro de ayer de tui-shou me resultó especielmente productivo, porque me permitió desarrollar una percepción diferente a la habitual. Centrándome en la consciencia del propio eje de equilibrio, procuré sentir los movimientos y las inteciones desde una perspectiva puramente corporal, ignorando cualquier tipo de reflexión mental al respecto.

Cuando uno realmente se deshace de las técnicas que el mismo o su compañero pueden usar, cuando se desahace del miedo a que le puedan dañar, y cuando se libera de la necesidad de vencer, la conexión de las diversas partes del cuerpo se hace tan inevitable como las órbitas de los planetas alrededor del sol.

El cuerpo sabe entonces lo que tiene que hacer, cómo se tiene que colocar, y con que intensidad y velocidad se ha de mover para crear la armonía con los demás. Al no haber pensamientos que molesten a la percepción, tampoco surgen bloqueos que limiten la acción, ni tensiones que generen dolor.

Es entonces cuando uno comprende que, si realmente existe un espíritu, éste reside en el propio organismo, y se manifiesta cuando todo lo que hay alrededor se siente con la misma magnitud que el propio cuerpo.

Es una pena que la mayor parte de los pacticantes de Taichí sigan viendo el tui-shou como una lucha, en vez de apreciarlo como lo que realmente es, la esencia del desarrollo corporal proyectada al resto del mundo...

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