aquí se viene a aprender

Las actividades que cada cual elige para usar su tiempo libre están en función de sus demandas personales. Hoy en día, al oferta es tan amplia y variada, que si uno no tiene claro lo que busca, puede acabar realizando un curso de la actividad más extravagante, por el mero hecho de ocupar su tiempo libre.

Los que nos dedicamos a impartir este tipo de clases, también tenemos que tener claros los objetivos de aquello que queremos transmitir, su sentido, y el tipo de personas a los que va focalizado. En el caso del Taichí, hay que admitir que no es una actividad que cualquiera sea capaz de asumir, debido a razones ya expuestas anteriormente.

Como instructor de esta disciplina, procuro que todo el que pase por mi escuela, aunque sólo venga un mes a clase, aprenda algo y, a ser posible, algo que le sea de utilidad en su vida diaria: un estiramiento que le alivie el dolor de cuello, una forma de posicionarse que evite cargar la espalda, una mecánica respiratoria que le ayude a relajarse, etc.

Dentro de la centenaria tradición taoísta del Taichí, se han ido incluyendo gran cantidad de rutinas y ejercicios cuyo objetivo principal es fomentar el bienestar y la salud. Esto hace que sea enormemente valioso si se le dedica el tiempo, el esfuerzo y la conciencia adecuada. Por eso, me entristece pensar que hay mucha gente que lo considera como una mera gimnasia de mantenimiento para gente mayor o con problemas de salud.

Como ha sucedido con otras disciplinas, la visión general del Taichí está también relacionada con aspectos místicos y meditativos que, si bien son una parte del Taichí, no muestran la dimensión principal y eminentemente práctica de su contenido. Y esta parte esencial es la que todos los instructores estamos obligados a estudiar con meticulosidad, a practicar con constancia, y a enseñar con el máximo rigor. 

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