"alucinancia"


La leyenda habla de un guerrero legendario, cuyo dominio del kung-fu era una leyenda total (...) ¡¡Era tan letal que sus enemigos quedaban cegados por sobreexposición a su "alucinancia"!!

Con estas frases comienza la película "Kungfu Panda", una de las mejores parodias que se han hecho en el cine sobre las artes marciales. Pero, como suele ser habitual, la realidad supera a la ficción. En el mundo de las artes marciales y del Taichi en particular, se es muy dado a transmitir una imagen de "alucinancia": Ahora me pongo un traje de monje, aunque no lo sea, ahora me dejo una larga perilla, si es cana mejor, ahora me rapo el pelo, siguiendo un ancestral rito de corte con una espada afilada, etc. Las variantes son innumerables, hay quien incluso se cambia el nombre para que parezca de origen chino; de esta forma yo podría llamarme "Lui Ming El" en vez de Luismiguel, de forma que incrementaría considerablemente mi "alucinancia"...

La pose que se crea para lograr esta "alucinancia" alcanza, a menudo, cotas de lo más surrealista. Ya no es solo llevar un traje chino para hacer Taichi, lo cual busca un objetivo más relacionado con la comodidad que con la imagen, sino que uno, además, se pone un gran collar budista, una faja dorada o un precioso gorrito monacal, de forma que la gente piense: "Jo, que bueno tiene que ser ese tipo,... y que místico".

Si algo posee como distintivo la filosofía el Taichi es, precisamente, la sencillez, por lo que todo este tipo de parafernalia decorativa de poco van a servir a la hora de realizar una rutina de movimientos, sea del estilo que sea. Aunque para algunos ¡es tan importante la "alucinancia"!

Conviene recordar las palabras del maestro Po al respecto:
"La alucinancia no tiene precio..., la atractividad tampoco".

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