la estética del taichi

Es difícil concebir el taichi sin que su práctica muestre cierta armonía estética. La fluidez de los movimientos deriva, casi siempre, en una vistosidad que hace parecer el taichi más cercano a la danza que a las artes marciales. Por eso, es importante no olvidar su origen y el sentido de cada posición y gesto.

Cuando lo que se busca es la belleza de las posturas, es muy fácil perder la mecánica real de los movimientos y la dirección hacia donde se dirige la fuerza. Por ello, este aspecto en el cual se busca el equilibrio entre la fluidez y la intención, se perfila como una tarea más de trabajo a las muchas que, ya de por sí, tiene el taichi.

Posar es mostrar una actitud corporal en la que se pretende transmitir una imagen determinada a los demás. Crear una pose siempre implica más tensiones de las necesarias para hacer un movimiento, por lo que uno se aleja del objetivo fundamental de relajación que lleva implícita la práctica del taichi. Por eso, la pregunta que nunca debemos dejar de hacernos, sobre todo cuando somos instructores, es: "¿Lo hacemos por el beneficio del organismo o para que los otros admiren lo que hacemos...?

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